martes, 26 de febrero de 2008

Siguiendo las pistas de la Biblioteca perdida.



Según cuenta la leyenda, un todavía por aquel entonces príncipe, el Faraón Tutmosis IV, se tumbó cansado a la sombra de la cabeza de La Esfinge que sobresalía de la arena y se durmió. De repente La Esfinge abrió la boca y le habló, diciéndole que era el Dios Harachte-Chepere-Ra-Atón, y que a cambio de desenterrarla le prometía entregarle la corona de Egipto, y hacerle poseedor de riquezas inimaginables. Sin dudarlo el príncipe un segundón en la línea sucesoria al imperio reunió un equipo para desenterrar la esfinge. Al llegar a ser Faraón como predijo la esfinge este lo conmemoro con la colocación de una estela donde conmemoraba su conversación con la esfinge.
Dejando de lado la veracidad o no de la historia descrita en la estela, son más interesantes y enigmáticos los relieves que aparecen grabados sobre la luneta. En ella se ha representado una escena duplicada, en donde aparece el faraón Tutmosis IV realizando una serie de ofrendas ante una esfinge. La estatua del león se presenta con todos los aditamentos decorativos que debió de tener en la antigüedad y, lo más curioso de todo, reposa sobre una construcción arquitectónica. Todas las explicaciones a este relieve son del todo incoherente, la teoría oficial es que se trata de un palacio delante de la esfinge, pero si se tratara de esto ¿no deberia estar delante de la esfinge? y no debajo, y si ciertamente es un palacio, ¿Qué palacio es? Las leyes de la perspectiva en el arte egipcio eran rudimentarias por no decir nulas pero tanto hasta el punto de no diferenciar delante y detrás.

Son pocos los indicios que nos hagan pensar que se encuentre hueca la esfinge pero hay algunos, como todas las referencias a tuneles que se han hecho durante toda la historia.
La sospecha de que bajo la Esfinge exista algún tipo de túnel que la pueda vincular con la Gran Pirámide o con una supuesta biblioteca milenaria que pudiera estar bajo el león, es tan antigua como el propio monumento. Ya en el siglo X de nuestra Era, los cronistas árabes mencionaban la existencia de puertas secretas que daban acceso a interminables galerías que a su vez llevaban a grandes cámaras llenas de tesoros.

Con ocasión de una conferencia pública, el Dr. John Kinnaman (l877-1961), arqueólogo bíblico de renombrada fama durante la primera mitad de nuestro siglo, afirmó que, habiendo ido a excavar a la meseta de Gizeh en 1924 junto con el prestigioso egiptólogo Sir Flinders Petrie, célebre por sus estudios sobre dicha meseta, ambos investigadores descubrieron de forma casual un túnel al sur de la Gran Pirámide.

Según Kinnaman, quien durante su exposición narró una historia al estilo de las célebres novelas de Lobsang Rampa, existía un corredor descendente que, sumergiéndose a gran profundidad, llegaba hasta una sala que albergaba un gran número de máquinas de extraño funcionamiento y, por supuesto, de origen desconocido. También mencionó la existencia de miles de prismas de cristal cuya función ignoraba, y una máquina antigravedad, entre otras muchas cosas que "usted no se creería", según las palabras textuales que Kinnaman pronunció en la mencionada conferencia. Curiosa o sospechosamente, el arqueólogo no recordaba la ubicación exacta de este túnel tan singular, por lo que no ha vuelto a ser encontrado jamás.Pero sin duda alguna, el episodio más simpático de la época moderna fue el vivido por el príncipe Faruk, el hijo del rey Fuad de Egipto, quien en 1945, emulando la gesta de su heroico antepasado Tutmosis IV no tuvo otra ocurrencia que ir de noche en su jeep a visitar la Esfinge
"para tocar algo y empujar una enorme losa abierta, que hacía de puerta", según nos cuenta el propio Faruk. La narración del rey no tiene nada que envidiar a la anterior, pues tras aquella puerta encontró, en palabras textuales, "una gran habitación guardada por un autómata".
Desgraciadamente, Faruk no dice que‚ era aquello tan importante que merecía ser guardado por un autómata, y al igual que sucedió con Kinnaman, tampoco recordó el lugar exacto donde estaba dicha puerta.
Sin embargo, haciendo bueno el refrán "cuando el río suena agua lleva", todas estas historias aunque narradas, que duda cabe, de una forma extravagante por sus protagonistas, no hacen más que respaldar los estudios que se han realizado sobre el monumento en el que se han apreciado varias concavidades en diferentes partes de la estatua.

De esta manera, se ha podido descubrir que, para asombro de muchos y espanto de otros, tanto la meseta de Gizeh como la propia Esfinge son un auténtico queso de agujeros. Y todavía no sabemos que secretos albergara el interior de este grandioso monumento y por que no, no sabemos si en el interior de esta se encuentra la biblioteca de aquella gran civilización perdida, una biblioteca que confirmara la existencia de la edad de oro, de la Atlántida.
En conclusión no sabemos ni quien la construyó, ni porque, ni para que y sobre todo ni cuando solo sabemos que es un león con cabeza humana dispuesta ha hablarnos, solo hay que escucharla con atención y con paciencia para poder conocer su lengua, mientras tanto solo podremos estar con barajando preciosas hipótesis sobre su interior.

jueves, 21 de febrero de 2008

Bienvenid@s

Hola.Me gustaría presentar este blog,cuyos principios son debidos a fines académicos,a distribución del conocimiento a saciar la afición por los mitos y religiones,sobre todo en el ámbito relacionado con el arte,que comparto con mis compañeros Alejandro y José Ángel.

Se intentará aquí ilustrar gráficamente,ya que así es fácil la comprensión de conceptos y relaciones,pero siempre acompañando las imágenes de descripciones y aclaraciones.

Y,bueno,poco más que decir.En cuanto esté organizada la plantilla empezaremos a publicar.
Esperamos tener un pequeño público afin y fiel al que se le unan frecuentemente visitantes ocasionales,lo cual nos demostrará el interés de la página.